Sólo fue la mentira perpetua de mi lengua, tú lo sabes, un sueño
con serpientes del prófugo del infierno que regresa, que salta la
barda larga que tres hombres miran fijamente
He agotado el deseo y la noche se derramó en lúbrica sustancia. Las
bocas rondaron el centro, fue el golpe, fuego de Santa Teresa, otra
vez la blasfemia, ¿otra vez el castigo?
Soy el más terrible de los cobardes, ¡no por favor!

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