Y valiente. En tu casa. En tu puerta. Eso acecha. No lo
borras, eres valiente. No lo callas, Raúl. Quiero ser tú, escribir en mi frente
la calavera. Es ya una obsesión, pero, ¿qué más podría
ser?
Las sórdidas puertas vacías nunca conducen a la luz. Y un nudo en la garganta derretida de miedo
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