Es sólo por la luz de ese pasado limpio. El frío de mi voz
incierta. Eran tiempos de un ir continuo. No era el pozo. No era el fin. No
sé de qué más hablar. Ya sólo puedo
evocar. Pero también está la alegría de los encuentros. Un balcón soleado. Los
autobuses. El alba que todavía me
sorprendió ignorante de la muerte
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