El bebedor de sombras ha maullado. Eriza su muerte.
–Por más que huyas, por más sombras que tengas… –dice.
Bastó voltear para sucumbir al espanto. A la certeza de que
los hilos se empiezan a romper. Hernán Cortés, enséñame a ser valiente y quemar
las sombras. Ya sólo la noche herida de
día puede consolar
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